Los fondos producto de subvenciones federales no deben ser vistos como una panacea para atajar la crisis fiscal. Los fondos competitivos federales deben ser vistos como complemento o “fondos semilla”, para comenzar proyectos estratégicos y fundamentales, dirigidos para atender un propósito o necesidad pública.
En mi experiencia de cerca de 18 años, no se compite por muchos programas federales por falta de planificación, conceptualización y diseño de proyectos que tengan metas y objetivos claros , y que coincidan con la política pública de la agencia federal o la ley que autoriza el fondo. Se someten muchas propuestas en el vacío, con poco tiempo para lograr los acuerdos y compromisos necesarios para un proyecto exitoso y que sea razonablemente ejecutable. El proceso de obtención y administración de subvenciones externas (“grants”, en inglés) es un proceso que requiere planificación estratégica y una gerencia cuidadosa, por razón de la política pública que motiva a la entidad otorgante a ofrecer fondos.
Una buena parte de las entidades públicas que son recipientes de subvenciones federales fallan en cumplir con los acuerdos suscritos con la entidad otorgante, demuestran una pobre capacidad en administrar los fondos subvencionados, no pueden evidenciar políticas y procedimientos respecto a como administrar sus fondos, y sobre todo desconocen la reglamentación federal contenida en circulares administrativas que deben guiar el desempeño administrativo del fondo. Las fallas en el desempeño limitan la habilidad de solicitar y ganar subvenciones futuras y afectan la credibilidad de la entidad solicitante.
En síntesis, para poder allegar mas fondos se precisa mejorar el desempeño respecto a cumplir con la normativa federal, pero sobre todo dejar la practica de responsabilizar a una sola persona sobre la dirección de los programas federales y la redacción de propuestas, con poca preparación y sólo por el hecho de saber manejar el inglés.
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