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La Adaptación Cultural en las empresas utilizando las 6 Dimensiones Culturales de Geert Hofstede

Por el Staff de TCL




La globalización ha llevado a un aumento significativo en la interconexión entre empresas y culturas de todo el mundo. Por más que exista resistencia, es muy difícil que la Aldea Global (McLuhan, 1989) desaparezca mientras continúe la expansión de tecnologías y medios de comunicación que interconectan áreas antes inaccesibles en el globo.  Aún con el discurso anti-globalista de actores políticos en diversas partes de mundo, el movimiento de mercancías y personas magnifica el impacto de un mundo interconectado, globalizado y diverso.  En el siglo 21, la ventaja competitiva de una empresa o un país radica en su capacidad de navegar y manejar la cultura.

 

La cultura la definimos como  el conjunto de valores, creencias, comportamientos, costumbres, normas y formas de comunicación compartidos por un grupo de individuos. Estos elementos culturales (no escritos) se transmiten de generación en generación y moldean la forma en que las personas perciben el mundo, interactúan entre sí y abordan diversos aspectos de la vida. La cultura influye en la identidad de un grupo, determina las normas sociales y afecta las decisiones individuales y colectivas. 

 

Es esencial conocer los aspectos principales de la cultura de una organización o un país por varias razones:

 

Guía de Comportamiento: La cultura proporciona un marco de referencia para entender y guiar el comportamiento de las personas. Conocer la cultura de una organización o país ayuda a anticipar cómo las personas pueden reaccionar en diferentes situaciones y facilita una adaptación más efectiva.

 

Interacción Efectiva: Comprender la cultura es fundamental para establecer relaciones interpersonales y profesionales efectivas. Las diferencias culturales pueden afectar la comunicación, el estilo de liderazgo, la toma de decisiones y la resolución de conflictos. Conocer la cultura facilita una interacción más armoniosa y exitosa.

 

Toma de Decisiones Estratégicas: En el ámbito empresarial, la cultura organizacional influye en la toma de decisiones, la innovación y la gestión del cambio. Entender la cultura de una organización permite a los líderes tomar decisiones estratégicas informadas y desarrollar políticas que estén alineadas con los valores y metas de la empresa.

 

Negocios Internacionales: En el contexto de los negocios internacionales, la cultura de un país tiene un impacto significativo en las prácticas comerciales, las expectativas del cliente y las relaciones comerciales. Conocer la cultura local es esencial para evitar malentendidos, adaptar estrategias de marketing y establecer relaciones comerciales exitosas.

 

Diversidad e Inclusión: En entornos multiculturales, el conocimiento y la apreciación de diversas culturas promueven la diversidad e inclusión. Comprender las diferencias culturales fomenta un ambiente de trabajo respetuoso y colaborativo, donde las personas pueden contribuir plenamente independientemente de su origen cultural.

 

Gestión de Recursos Humanos: En el ámbito de recursos humanos, la cultura organizacional influye en la contratación, la retención de talento y la motivación de los empleados. Conocer la cultura de una organización permite desarrollar prácticas de gestión de recursos humanos que se alineen con los valores y objetivos de la empresa.

 

Por tanto, es imperioso que las empresas adquieran la capacidad de adaptarse culturalmente para aprovechar las oportunidades y superar los desafíos en los mercados internacionales.  Exactamente como los navegantes de los siglos 15 y 16 delinearon en mapas las rutas comerciales producto de su exploración, en el siglo 21 es importante utilizar los modelos y marcos teóricos que le permitan al emprendedor poder navegar un comercio globalizado.

 

En su investigación longitudinal, el sociólogo y antropólogo holandés Geert Hofstede, con sus seis (6) dimensiones culturales, proporciona un marco valioso para entender y abordar estas diferencias, en el entorno de un país y de alguna organización.  Hofstede desarrolló su modelo original como resultado del uso del análisis factorial para examinar los resultados de una encuesta mundial sobre los valores de los empleados de IBM realizada entre 1967 y 1973.  Desde entonces, y luego de refinarse, sirve como una herramienta para abordar y manejar las diferencias culturales. 

 

Las 6 dimensiones son las siguientes:

 

1.     Distancia Jerárquica

 

Esta dimensión se refiere a la medida en que los miembros de una sociedad aceptan y esperan que se distribuya el poder de manera desigual. En otras palabras, la distancia jerárquica indica la aceptación de la desigualdad en términos de autoridad y estatus en una determinada cultura.

Una sociedad con una alta distancia jerárquica tiende a aceptar y valorar la diferencia de poder entre las personas. En estas culturas, se espera que las personas en posiciones superiores tengan un mayor nivel de autoridad y disfruten de privilegios. Por otro lado, en sociedades con una baja distancia jerárquica, se busca minimizar la diferencia de poder, y se espera que las relaciones sean más igualitarias, independientemente del nivel jerárquico.

 

2.     Individualismo vs. Colectivismo

 

El individualismo es una perspectiva cultural que enfatiza la autonomía, la independencia y la realización personal. En sociedades con una orientación individualista, se valora la libertad personal, la toma de decisiones independiente y la búsqueda de metas individuales. Las personas tienden a priorizar sus necesidades personales y las de sus familias más cercanas sobre las del grupo más amplio. En este contexto, la identidad y el éxito se asocian con los logros personales, la originalidad y la expresión individual.

 

Por otro lado, el colectivismo es una perspectiva cultural que da prioridad al bienestar del grupo sobre el individual. En sociedades colectivistas, se valora la interdependencia, la lealtad y la colaboración. Las personas tienden a identificarse fuertemente con sus grupos sociales, ya sea la familia extendida, la comunidad o la empresa. En este contexto, la armonía social, la cooperación y el cuidado del grupo son aspectos fundamentales. Los logros individuales pueden estar subordinados al bienestar colectivo.

 

3.     Masculinidad vs. Feminidad

 

La masculinidad y la feminidad son términos que describen las características de género que prevalecen en una sociedad y cómo se distribuyen los roles y valores entre los géneros. 

 

En una cultura con una alta puntuación en la dimensión de masculinidad, se valoran las características tradicionalmente asociadas con el género masculino. Estas características incluyen la competencia, la ambición, la independencia y la toma de riesgos. La sociedad tiende a favorecer la obtención de éxito material y profesional, y puede haber una mayor diferenciación de roles de género, con expectativas claras sobre las conductas masculinas y femeninas.  Por ejemplo, Japón y Alemania son ejemplos de culturas con puntuaciones relativamente altas en masculinidad, donde se enfatiza la competencia y la búsqueda del éxito profesional.

 

En una cultura con una alta puntuación en la dimensión de feminidad, se valoran las características tradicionalmente asociadas con el género femenino. Estas características incluyen la colaboración, la modestia, el cuidado de los demás y la calidad de vida. En sociedades femeninas, se busca la igualdad de roles de género, y las expectativas sobre lo que es considerado masculino o femenino pueden ser más fluidas. Por ejemplo, Suecia y Noruega son ejemplos de culturas con puntuaciones relativamente altas en feminidad, donde se enfatiza la calidad de vida, la igualdad de género y la colaboración.

 

Es importante destacar que estas dimensiones no se refieren directamente a los roles de hombres y mujeres, sino a las características culturales asociadas a los géneros. Además, una cultura puede tener elementos tanto de masculinidad como de feminidad, y la clasificación se realiza en función de la prevalencia de ciertas características en la sociedad. Estas dimensiones ofrecen una perspectiva útil para comprender cómo se estructuran las expectativas de género en diferentes culturas y cómo afectan a la dinámica social y laboral.

 

4.     Evasión de la Incertidumbre

 

El evitar la incertidumbre se refiere a la medida en que los miembros de una sociedad sienten incomodidad o ansiedad frente a situaciones no estructuradas, ambigüedades o la falta de claridad. En otras palabras, esta dimensión evalúa la tolerancia de una cultura hacia la incertidumbre y su disposición para aceptar situaciones desconocidas sin sentir la necesidad de controlarlas. Esta  dimensión influye en cómo las culturas abordan el cambio, la toma de decisiones y la planificación. Comprender esta dimensión es crucial para adaptarse a diferentes contextos culturales, ya que afecta la forma en que las personas en una sociedad específica se sienten y responden frente a la ambigüedad y la falta de predictibilidad.

 

5.     Orientación a Largo Plazo

 

Esta dimensión también es conocida como la dimensión de "Conservadurismo vs. Adaptabilidad". Mide la actitud de una sociedad hacia la virtud tradicional frente a la adaptación a condiciones cambiantes y la búsqueda de gratificación inmediata.

 

Una sociedad con una alta orientación a largo plazo valora la perseverancia, la frugalidad, la adaptabilidad y la orientación hacia el futuro. Este tipo de cultura tiende a planificar a largo plazo y a sacrificar la gratificación inmediata en favor de metas futuras. La persistencia en el trabajo duro y la inversión a largo plazo son comunes en estas sociedades. Por ejemplo,  países como China y Japón han sido caracterizados por una alta orientación a largo plazo en los estudios de Hofstede.

 

Por el contrario, en una sociedad con una orientación a corto plazo, se da más importancia a la tradición, al respeto por el pasado y a la gratificación inmediata. Las personas en estas culturas pueden estar más orientadas a mantener las normas sociales existentes y pueden ser menos propensas a tomar riesgos a largo plazo.

 

Esta dimensión cultural es especialmente relevante para entender las actitudes hacia la planificación a largo plazo, la resistencia al cambio y las estrategias de toma de decisiones en diferentes sociedades. La adaptación a esta dimensión es fundamental para el éxito en negocios internacionales y la gestión de equipos multiculturales.

 

6.     Indulgencia vs. Restricción:

 

Esta dimensión se centra en la forma en que una sociedad maneja sus deseos y emociones. También se conoce como la dimensión de "Autogratificación vs. Control de Gratificación".

 

En una sociedad con una puntuación alta en indulgencia, se tiende a permitir una amplia gama de actividades relacionadas con el disfrute de la vida y la satisfacción de deseos y necesidades personales. Existe una actitud más relajada hacia el control de los impulsos y una mayor tolerancia hacia diversas formas de expresión emocional.  Países como Brasil y México han sido caracterizados por una alta indulgencia, donde se valora la diversión, la celebración y la expresión emocional libre.

 

En sociedades con una orientación hacia la restricción, hay una mayor importancia colocada en el control de los impulsos y la gratificación personal. Se espera que las personas se adhieran a normas sociales más estrictas, y hay una menor tolerancia hacia comportamientos que podrían considerarse indulgentes o expresivos en exceso.Por ejemplo, países como Japón y algunos países del Medio Oriente han sido caracterizados por una orientación hacia la restricción, donde las normas sociales y la moderación son altamente valoradas.

 

Esta dimensión cultural destaca las actitudes hacia la diversión, la espontaneidad y la satisfacción de los deseos personales. Comprender cómo una cultura se posiciona en esta dimensión es crucial para adaptarse y comprender la manera en que se expresan y manejan las emociones en diferentes contextos culturales.

 

 

La adaptación cultural en empresas de América Latina utilizando las 6 dimensiones de Geert Hofstede no solo es esencial para el éxito global, sino que también fomenta una cultura organizativa inclusiva y resiliente. Al comprender y aplicar estratégicamente estas dimensiones, las empresas pueden construir relaciones más sólidas con sus empleados, clientes y socios internacionales, allanando el camino para el crecimiento sostenible y la prosperidad en el mercado global.


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